Y mientras el retoño de un ocaso
Forma triunfal aurora
Tú risa blanca miel devora
Y alegra los cimientos de mi paso.
El lagar de la montaña se inclina
En su borde de vestido pavorosa
Y humeante el fuego calcina
La llaga húmeda de herida odiosa.
En su mismo atajo el sol demora
Tímido por encontrase a tus ojos
Y como dos quedos pimpollos
Conquistan tus ojos mis ojos.
Yo bien sé que la llanura
De tu mano abierta y temblorosa
Hacían el rosar de mis dedos
Y bien sé que esperamos amor
Con los brazos atados
El corazón en las manos
Pero, ciegos.
- Autor: Yording Rayo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2019 a las 00:52
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Escobar
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