Puede que el tiempo borre el cráter de la cara oculta de la luna llena donde nos escondíamos de nadie para vaciarnos el uno dentro del otro.
Podrá la marea, al subir, anegar las huellas de aquel paseo por la playa en el que me confesaste tu más recóndito secreto.
Puede barrer el viento la hierba en la cual te tumbabas y te hacías la dormida mientras yo me hacía el despierto para solapar nuestros sueños.
Podría el ocaso menos pensado ensombrecer el umbral de la puerta donde nos entregábamos a los juegos con meticulosidad felina.
Podrá erosionar una lluvia torrencial la colina desde la que nos lanzábamos en tromba y sin frenos en persecución de un amor kamikace.
Pero jamás podrán el tiempo, la marea, el viento, el ocaso y la lluvia; ya vengan todos juntos, ya por separado, desabrazarme de ti.
MAÑANA TE VI (15 de octubre de 2090)
Desde allende la vida puedo verte sentada en un banco del parque de los patos mientras le lees a tu nieto nuestra historia. Auque ha pasado tiempo de nuestra separación física, desde entonces, pese a carecer de ojos, de oídos y de corazón, puedo verte, oírte y sentirte a través de una percepción envolvente. Es como si tu imagen o tu voz me llegase desde cualquier posición o ángulo. Vas por el capítulo de los periquitos mientras él te escucha absorto, con la mirada perdida entre la floración púrpura de la jacaranda. A sus 8 años, ese pequeño me recuerda a alguien; su melancólico gesto me resulta familiar. Mientras fui dejando testimonio de nuestra vida en común, en más de una ocasión fantaseé con este momento, y aquí lo tengo, delante de mi etérea presencia. Haciendo retrospectiva, pese a las dificultades que se nos presentaron, fueron aquellos unos años llenos de felicidad, y mi lucha a vida o muerte contra las vicisitudes de la vida por estar junto a ti, me rentó con la cuantiosa recompensa de haber saboreado el amor más puro. Un amor ausente de celos o desconfianza, sin más ambición que la de pasar a tu lado el mayor tiempo posible y mantenerte alejada de los peligros que acechan en cada esquina, sin más deseo que el de profundizar en tu ser para fundir mi alma con la tuya, y sin más egoísmo que el de ir recogiendo cuantos soles me fue posible para tejerte con sus rayos un puente hacia la libertad. Tan solo yo sé los obstáculos con los que me topé para poder estar contigo, pero parece que cuando amas algo desinteresada e incondicionalmente, el universo se confabula a tu favor para apoyarte en tu odisea kamikaze. En la adversidad es cuando una persona llega a tomar conciencia de su propia fuerza interior. En parte porque la rendición nunca entró en mis planes, y en parte por haberme cruzado con algunas almas generosas que me ayudaron, salimos adelante a través de un campo de minas. Si algo tuve claro desde un principio, es que para mí eras tú o nada, y no había alternativas intermedias. No es cuestión de hacerme el mártir porque seguro que muchos lo habrán tenido más crudo que yo. Cada cual es consciente de sus problemas y al fin y al cabo, de lo que se trataba era de poder estar juntos, y una vez logrado el objetivo en cuestión, durante el tiempo que pasé contigo mi mochila perdió todo su peso.
Desde aquellos días el mundo ha dado un giro de 180 grados. Al final se pudo revertir el calentamiento global mediante las energías renovables y el medio ambiente ha recobrado la vitalidad que tenía antes de la llegada de la era industrial. Lo de resucitar especies animales y vegetales extintas mediante la reconstrucción genética ha sido un gran progreso de la ciencia. Respecto a los grandes problemas humanitarios, es un alivio saber que las guerras se han reducido a testimoniales encontronazos entre vecinos y que ya no muere nadie de hambre. Por fin se cayó en la cuenta del insostenible ritmo de consumismo desmedido y la gente terminó hastiada de acumular bienes. Después de la gran crisis, por la cual los de mi generación, quienes llegaron, se vieron obligados a trabajar hasta los 75 años para sostener el sistema de pensiones, ahora la mayoría de la producción a nivel mundial se lleva a cabo por medios tecnológicos, se trabaja menos desde que se estableció la jornada semanal de 20 horas y gracias a la instauración de programas de renta universal, disponeis de más tiempo libre para dedicarlo a estar en familia y hacer lo que os gusta. La vivienda se ha convertido (esta vez materializándose, y no solo sobre el papel) en un derecho universal y nadie se tiene que pasar media vida trabajando para conseguir un techo.
Aunque todavía hay mucho que mejorar, el mundo ahora es más igualitario y las grandes brechas entre ricos y pobres se van estrechando. Está claro que no merece lo mismo alguien que se esfuerce y se pase la vida luchando, que quien decida pasarse el día tumbado en el sofá, aún teniendo la posibilidad de trabajar, pero también es injusta la permisividad del derroche sin medida mientras haya una sola persona sumida en la miseria, por muy holgazán que sea. En mi época, algunos, desde sus chozas de diamante, llamaban a esto demagogia barata, y se quedaban tan panchos. Por suerte, estos desajustes se van corrigiendo, y actualmente nadie nace sin sus necesidades básicas(como la educación, la alimentación o una vivienda digna) cubiertas, y a partir de ahí, para quien se esfuerce, se establecieron una serie de incentivos según los méritos adquiridos, como por ejemplo viajes a pensión completa en las naves de hidrógeno al parque temático de Marte, o el derecho a utilizar temporalmente las lentillas lectoras del pensamiento. Según he podido apreciar, son muy divertidas estas lentillas, y cuando alguien las lleva puestas y habla con otro que está diciendo algo mientras su pensamiento afirma lo contrario, resulta desternillante. Aún quedan por pulir algunos comportamientos complicados de erradicar, como los brotes de violencia sin sentido o los actos de vandalismo gratuito, auque cada vez son más contados y seguro que pronto se les encontrará solución, pero bueno, no adelantemos acontecimientos. El caso es que el mundo avanza en positivo. Y pensar en lo pesimista que yo era después de la pandemia, cuando parecía que el planeta se iba a desmoronar sobre su núcleo. Hubo unos años post-covid realmente nefastos y nos costó salir a flote, pero se aprendieron muchas lecciones de aquel mal trago y hoy la humanidad quizás esté viviendo su etapa más boyante.
Has tenido y sigues teniendo una vida plena, hija, repleta de felicidad y con poco desencanto. A tus 76 años conservas una lozanía envidiable y la misma vivacidad de siempre. A pesar del desgaste y algunos achaques lógicos de tu edad, mantienes una gran agilidad, tanto física como mental, fruto de los saludables hábitos de vida que has llevado. Has amado y has sido amada a partes iguales, no habiendo padecido en exceso de desamor, y en los momentos más duros siempre has tenido alguien en quien apoyarte. Espero que todavía pasen bastantes años hasta que volvamos a reunirnos para fundirnos en un abrazo definitivo.
En un momento dado, te detienes con la lectura y tu nieto te pide que continúes, pero por algún motivo te cuesta seguir. Pone su mano en la tuya y te pregunta si te ocurre algo. Tú le contestas que no, animándole a que vaya a jugar un rato. El parque también ha cambiado mucho desde que yo te llevaba. Tras unos instantes de duda, se separa de ti y lo vemos correr hacia la pista de gravedad cero. Una vez allí, se eleva hasta quedar flotando a unos metros del suelo y, haciendo piruetas aéreas, reclama tu atención: ¡Abuela, mira como vuelo!
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2019 a las 18:23
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
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