La decisión que afrontar.

Ricardo Gerarduzzi

Esa tarde la marcó para siempre,

opacó con dolor su alma inocente,

y la obligo a dejar de quererse.

Sintió un frío desgarrador

circular por su espalda,

y la desperación, turbó en ella la voz,

mato toda esperanza.

 

Sus sueños que de niña ideo,

a causa de un error,

se escapaban entre sus manos.

Se abrazo en el dolor, 

y por eso ella sintió ser la decepción

de sus padres y hermanos.

¿quién pudiera imaginar,

que algo tan natural,

sea una carga en estos tiempos?

Pero ¿quién la puede castigar?,

ni siquiera cuestionar, si no han cargado ese peso.

 

Sus días se volvieron gris,

tiñieron cada matiz en su camino,

y no podía verse feliz 

sabiendo su destino.

¿Cómo podría sostener 

en su vientre a otro ser?

¿Cómo ayudarlo a crecer,

si estaba sola en mundo?

 

Sonó una sabia voz,

que entendía del dolor y de la vida,

que tomo en su brazos a su querida

y remendó las heridas que la apagaban.

Propuso una solución,

que en la jerga popular

la estigmatizan como "abominación".

Los mismos que que dividen el amor

en lo extraño y lo normal,

critican la bella pluralidad

con su obsoleta moral.

 

Un pasillo interminable, 

un inolvidable olor,

una falta de color en el ambiente;

con lagrímas en los ojos,

la hacían sentír una delincuente.

De una pélicula de terror

parecía salir toda la situación.

¿cómo describir el horror

que tuvo que pasar la muchacha?

¿Cómo explicarle al mundo

algo que no han de entender?

¿Cómo volverse a querer

luego de esa mancha?

 

Pero la vida pasa y con su dureza

moldea nuestras espinas, hechas de tristezas,

para que nadie pueda quitarnos

la rosa al final del tallo.

 

Así la conocí, firme y sublime,

fuerte y delicada

y tuve el gusto de vivir

con toda una mujer, mi amada.

Yo sufrí su dolor,

el que cargaba en su espalda.

Y dentro de sus ojos descubrí

el llanto en secreto,

como una daga ponsoñosa,

en su corazón casi yerto.

Al tornar su vista en el espejo,

no lograba discernir 

si estaba completo su reflejo.

Pero ese recuerdo en su pupila grabado

no la dejaban entender,

que era toda una mujer

y que ese pasado añejo

sólo la hacía mas humana.

 

El destino con su reloj

desfasó nuestro destino,

tomamos distintos caminos

para bien o mal, mejor o peor.

Una ola de fortaleza

creció en la sociedad,

mujeres que no han de callar

a una tonta tradición,

que da derecho al varón

solo por haber nacido.

Defensoras del amor

en su máxima expresión,

se cansarón de haber cohibido

una maravilloso sentir

que dibujaron en cada latido.

También hablaban de aceptar,

de entender la situación

y nunca castigar

a la mujer que tuvo que pasar

todo ese calvario. 

Me alegro verte siendo parte, 

del maravilloso arte 

de luchar por la justicia,

te brindaron la caricia 

que tu alma necesitó.

Siempre en alto la frente,

nunca recular la mirada,

por mas que te sentías cansada

nunca dejaste de ser valiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  • Autor: Ricardo Gerarduzzi (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de agosto de 2019 a las 05:00
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 32
  • Usuarios favoritos de este poema: Yajaira Vargas
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