Esa tarde la marcó para siempre,
opacó con dolor su alma inocente,
y la obligo a dejar de quererse.
Sintió un frío desgarrador
circular por su espalda,
y la desperación, turbó en ella la voz,
mato toda esperanza.
Sus sueños que de niña ideo,
a causa de un error,
se escapaban entre sus manos.
Se abrazo en el dolor,
y por eso ella sintió ser la decepción
de sus padres y hermanos.
¿quién pudiera imaginar,
que algo tan natural,
sea una carga en estos tiempos?
Pero ¿quién la puede castigar?,
ni siquiera cuestionar, si no han cargado ese peso.
Sus días se volvieron gris,
tiñieron cada matiz en su camino,
y no podía verse feliz
sabiendo su destino.
¿Cómo podría sostener
en su vientre a otro ser?
¿Cómo ayudarlo a crecer,
si estaba sola en mundo?
Sonó una sabia voz,
que entendía del dolor y de la vida,
que tomo en su brazos a su querida
y remendó las heridas que la apagaban.
Propuso una solución,
que en la jerga popular
la estigmatizan como "abominación".
Los mismos que que dividen el amor
en lo extraño y lo normal,
critican la bella pluralidad
con su obsoleta moral.
Un pasillo interminable,
un inolvidable olor,
una falta de color en el ambiente;
con lagrímas en los ojos,
la hacían sentír una delincuente.
De una pélicula de terror
parecía salir toda la situación.
¿cómo describir el horror
que tuvo que pasar la muchacha?
¿Cómo explicarle al mundo
algo que no han de entender?
¿Cómo volverse a querer
luego de esa mancha?
Pero la vida pasa y con su dureza
moldea nuestras espinas, hechas de tristezas,
para que nadie pueda quitarnos
la rosa al final del tallo.
Así la conocí, firme y sublime,
fuerte y delicada
y tuve el gusto de vivir
con toda una mujer, mi amada.
Yo sufrí su dolor,
el que cargaba en su espalda.
Y dentro de sus ojos descubrí
el llanto en secreto,
como una daga ponsoñosa,
en su corazón casi yerto.
Al tornar su vista en el espejo,
no lograba discernir
si estaba completo su reflejo.
Pero ese recuerdo en su pupila grabado
no la dejaban entender,
que era toda una mujer
y que ese pasado añejo
sólo la hacía mas humana.
El destino con su reloj
desfasó nuestro destino,
tomamos distintos caminos
para bien o mal, mejor o peor.
Una ola de fortaleza
creció en la sociedad,
mujeres que no han de callar
a una tonta tradición,
que da derecho al varón
solo por haber nacido.
Defensoras del amor
en su máxima expresión,
se cansarón de haber cohibido
una maravilloso sentir
que dibujaron en cada latido.
También hablaban de aceptar,
de entender la situación
y nunca castigar
a la mujer que tuvo que pasar
todo ese calvario.
Me alegro verte siendo parte,
del maravilloso arte
de luchar por la justicia,
te brindaron la caricia
que tu alma necesitó.
Siempre en alto la frente,
nunca recular la mirada,
por mas que te sentías cansada
nunca dejaste de ser valiente.
- Autor: Ricardo Gerarduzzi ( Offline)
- Publicado: 15 de agosto de 2019 a las 05:00
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 32
- Usuarios favoritos de este poema: Yajaira Vargas
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