DE LA MORDAZA EL SILENCIO
Las raíces que se arraigan,
en los nervios de la tierra.
Beben del jugo que sangra,
de las esencias que manan,
en las recónditas grietas.
De la flor sobre la piedra,
pinta la piel de los siglos,
con su prístina belleza.
De la frente sudorosa,
perlada de ácidas perlas,
senderos que serpentean,
en la faz de la experiencia.
Temblor de carnes de seda,
sobre el cuerpo que se agrieta.
Flamígeras sensaciones,
sobre el corazón que tiembla.
De la aurora el despertar,
con sus sutiles maneras.
Entretejiendo fantasmas,
de realidades concretas.
De la sombra de las voces,
que a coro cantan sin tregua.
Corolarios de recuerdos,
en el alba que despierta.
De la tórtola que canta,
en la sudorosa siesta.
Remansos en los amores,
de peripecias fingidas.
Presas entre bastidores,
de auténticas alegrías.
Bocanadas de aire fresco,
desde la fuente que gima.
De la mordaza el silencio,
que atraviesa la venganza.
Guedejas de seca sangre,
en la vieja herida presas.
Del látigo la sentencia,
forjada con la vergüenza.
Y de la vida los bordes,
que como dagas cercenan.
Del cariño las verdades,
sin lisonjas ni banderas.
Libres las aguas que rugen,
con las voces de la fiera.
Del corazón el cerebro,
para que la idea se sienta.
Entre aguzadas espinas,
muestra la flor su belleza.
De la vida cada paso,
de rapidez asombrosa.
Ciega zancada incolora,
o pausadamente hermosa.
Del amor lo que palpita,
entre la noche y la aurora.
De sentimientos susurros,
como caricias de seda.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
17/08/2019
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