Alzo la mirada
y contemplo,
pequeños brillantes
y sutiles destellos,
de una preciosa luz
que inspira,
nostalgia, anhelo y pasión.
¡Oh luz!
tú, que oprimes mi pecho,
inicias el temblor en mis manos
y abrazando mi cuerpo inerte
saboreo el agua sal en mis labios.
Tú, jueza del destino,
que con tu luz
mi camino has sellado.
Enamorada por tu destello
por la espalda me has atrapado
y víctima de tu veneno
con mi vida has terminado.
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