Llega la brisa
y el viento del nordeste
con sus caricias.
Añoro aquellas
que tengo en los recuerdos
y de tus manos.
También las otras
vibrantes y en silencio
desde tus labios.
Pero caricias,
servidas por los cielos,
no las conozco.
Aunque pedí,
las mismas muchas veces,
en mi oración.
Tal vez quedaron,
temblando en las colinas
bajo la lluvia.
De todas formas,
confieso mi egoísmo:
¿quién soy yo?
¿De qué me quejo?
¿no tengo las caricias
tan necesarias?
Disfruta entonces,
no ansíes imposibles,
vive tu edad.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/08/19
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 30 de agosto de 2019 a las 06:37
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 28
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