I.
Amanece,
el mar está calmo,
no hay indicios de viento;
y las hojas,
que aún quedan,
en los árboles,
están estancas.
Hace fresco de Septiembre,
en el hemisferio norte.
La habitación está aún húmeda.
Se acerca el equinoccio de otoño.
En días pasados,
ha habido una larga
pero ligera tormenta;
poco común para el Báltico.
Las lluvias han sido intermitentes;
poco se ha asomado el sol;
incómodo para quienes
nos transportamos en bicicleta.
Las hojas
están cambiando de color;
y con la tormenta,
ha habido una sincronía
entre el viento y las hojas.
El viento en las hojas,
genera una orquesta natural.
Un espectáculo…
Pero hoy,
ha regresado la calma.
El sol está brillando.
Los transeúntes
están ligeramente abrigados.
Puedo salir,
y respirar el aroma marino,
en el aire.
Las hojas se han tornado
a un matiz anaranjado.
Ese matiz otoñal,
cálido para la vista,
contrarrestando la aurora,
del frío,
de fin de año.
Se fue un verano más.
Se acercan las festividades
de fin de año.
Se terminaron
las largas vacaciones;
regresa la rutina,
las actividades de nuestros hijos.
Las clases de canto,
y de gimnasia rítmica.
Los rostros familiares de la sociedad,
otros padres y madres
e hijos e hijas,
que tienen rutinas similares.
En este lugar,
se respira tranquilidad;
además de tener el privilegio
de un aire limpio y puro.
Con la cercanía
de las festividades decembrinas,
siento nostalgia
de mi familia;
mis padres y mis hermanos
ya todos somos adultos.
Ahora, algunos, vivimos
mitad de nuestra vida,
y mitad de la vida
de nuestros hijos.
Siento bienestar,
al estar consciente
de que mi hija,
se desarrolla en
uno de los mejores
lugares de este mundo:
clases de Canto;
clases de gimnasia rítmica;
amistades,
tiene una infancia plena.
La escala de
la ciudad, en la que habitamos,
es agradable;
las distancias son cortas.
Los días pasan.
Los sueños se van cumpliendo.
Poco
a poco…
II.
Poco
a poco…
Como la tonalidad
de las hojas,
de un árbol caducifolio;
van cambiando con el paso
de las estaciones;
como los niños van creciendo;
como el vino va madurando;
como la ropa lavada se va secando;
como el tiempo va pasando,
sin tregua.
¡Los sueños se van cumpliendo!
Las heridas de la adolescencia,
van sanando.
Los proyectos,
se van construyendo.
La infancia,
se va quedando atrás;
para dar cabida,
a la infancia
de las generaciones venideras.
Poco
a poco…
Las heridas van sanando;
la salud se va desgastando.
Las consciencias, entrelazadas
de nuestro matrimonio,
van dibujando nuestro porvenir.
Al llegar el invierno
algunos árboles, los no perennes,
perderán sus hojas.
Faltará menos tiempo;
como los dientes de leche
se caen,
para dar cabida a la dentadura
permanente.
¡Y así,
cada ser racional consciente
- tiene un destino!
Así,
se va esclareciendo
el nuestro;
con paciencia;
con madurez;
con el disfrute
del pasar del tiempo.
Como una escultura
que va tomando forma,
hasta su forma final;
antes de que sea demolida,
o el tiempo la desgaste
¡Las buenas decisiones,
van labrando el destino
de los seres racionales conscientes!
Los procesos sanos
normalmente culminan
en finales
plenos de éxito y felicidad.
Así el amor,
va fraguando en las células
de nuestros corazones;
Circulando por las venas
de nuestras almas.
- Autor: Orelac - el Arquitecto Verde (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de septiembre de 2019 a las 14:56
- Categoría: Amor
- Lecturas: 16
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