Ésta es mi arcilla. Una palabra
de más. Un consuelo delimitado.
Una sombra interpuesta en el acantilado.
La voz atronadora, su eco correspondiente.
Ésta es mi greda. Mi voz seca por los
manantiales. El eco palpitante por los huecos
humedales. Las huertas calcinadas por
raíces incendiadas. El sustento de lo cotidiano.
La plegaria inundada de aromas a inciensos.
Los vehículos que atestan una jornada urbana.
Arrasan mi voz los coches materializados.
Ésta es mi arcilla. Tres sombreros y unos mitones
desligados. Unas gafas de asombro y un Pentecostés
de alivio o ayuno. Las trifulcas inauditas y maternales.
Las nubes puras de mi infancia. Los sabores restituidos.
El alimento superfluo convertido en profunda verdad.
Éste es mi mundo, éste es mi universo, del que formo
inevitablemente parte. Almendras disipadas, cruentos
amaneceres etílicos. Las rocas insufribles de mis cuentos.
Las pendientes lisas de antaño. Los hueros alumnos.
Las ventanas con sus intersticios solemnes. Las vacuas
lluvias de primeros de septiembre. Las maniobras
asexuadas entre los maizales de julio. La amante
sobrada que me mostró ciertas veredas prohibidas.
Los profesores con sus gesticulaciones conminatorias.
La cálida niebla de por las mañanas. El autobús
de las siete. Huecas luces que asombran por su desnudez
de patio de colegio. El misterio de ser hombre en cuerpo
de niño. El misterio de ser niño en cuerpo de hombre honrado.
Y besar como si en un espejo se reflejaran mis labios.
©
Comentarios1
Arcilla húmeda moldeándose.
Saludos
Sí, un saludo Tokki!
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