EL AJEDREZ, LA VIDA Y EL AZAR

Alek Hine

La biología es mucho más parecida al lenguaje y a la historia que a la física y la química. […] Sabemos lo suficiente sobre biología e historia para reconocer en ellas un importante componente fortuito […] . 

—CARL SAGAN, ANN DRUYAN, Sombras de antepasados olvidados (1992)

 

 

EL AJEDREZ, LA VIDA Y EL AZAR


Tanto se ha dicho que el ajedrez se parece a la vida… Concuerdo con ese punto de vista. La analogía no es nueva; no debió haber pasado inadvertida para aquellas primeras generaciones que tuvieron contacto directo con el juego desde su invención (aunque las reglas eran algo distintas a las del ajedrez actual, la esencia es la misma). De hecho, lo que hizo su inventor no fue más que imitar lo que sucedía en un campo de batalla entre dos bandos enemigos.

El escenario en que nos movemos los humanos y todos los seres vivos pertenece al reino de la biología. La vida es incertidumbre, es una lucha por sí misma; en ella no hay garantías, nada es seguro (excepto la muerte, de la cual tampoco sabemos la hora, a menos que planeemos nuestro suicidio). Si el ajedrez se asemeja a la vida, entonces en él no hay lugar para el determinismo y, por ello, buscarle una definición matemática es inútil. Por el contrario, si las computadoras, en el futuro, hallaren la solución al especulativo o supuesto problema de saber si definitivamente ganan blancas o empatan —o triunfan negras (?)—, y, de ese modo, convirtieren la conjetura en teorema, resultaría entonces que el ajedrez NO es semejante a la vida, y todos aquellos que hemos afirmado, de una u otra forma, que el ajedrez es como la vida estaríamos equivocados.

Ciertamente, no sería la primera vez que nos equivocamos. Tampoco nos exime del posible error depositar una especie de fe en las computadoras creyendo que la inteligencia artificial puede penetrar (no solo de forma cuantitativa sino también —y más importante— de forma cualitativa) más que la humana en ciertas áreas del conocimiento, adjudicándoles (no sin algo de ingenuidad) potencia cognoscitiva casi ilimitada —¿qué nos hace creer que, ahí donde los humanos tenemos serios problemas para decidir, los ordenadores puedan hacerlo con perfecta claridad, y no solo mejor que nosotros, sino hacerlo de manera inequívoca?; ¿qué nos hace creer que su “juicio” pueda ser infalible, a diferencia del juicio humano?—. La fe no garantiza la certeza —a veces solo es muestra de falibilidad, de nuestra propia capacidad para engañarnos; basta echar un vistazo a las cosmovisiones (todas sustentadas en la fe) tan disímiles que hay en el mundo (cada individuo o grupo de individuos afirmando que la suya es la acertada o la verdadera).

¿Indefinición… o definición matemática del ajedrez? Esa es la cuestión. De estas dos proposiciones mutuamente excluyentes solo una ha de ser verdadera. A priori, es tentador atribuirle un carácter matemático definido, pues las piezas, de valor fijo (valor cuya base es arbitraria), juegan en un tablero con número de casillas finito, y se utiliza un lenguaje matemático (coordenadas cartesianas) para sus movimientos. Los trebejos siguen leyes claramente definidas. No obstante, en su complejísima interrelación pareciera que tuviesen libre albedrío (irrelevante si es albedrío humano o de ordenador). Nosotros y el resto de animales no humanos, todos seres volitivos, también seguimos leyes físicas a las que se les ha dado una expresión matemática y, a pesar de ello, el mundo biológico elude todo intento de encuadrarlo matemáticamente o de ser visualizado en términos matemáticos. Por tal razón, me decanto por la primera proposición; creo, veo, que el ajedrez no puede reducirse a materia de meros procesos algorítmicos o de cálculo, que es tan incierto como la vida misma, que hay en él un inevitable “componente fortuito”, o, lo que es lo mismo, no escapa a ese estado o condición que llamamos azar, y, por lo tanto —reitero—, no acepta que se le defina conforme a las reglas de las matemáticas.

 

EL AJEDREZ
(soneto inglés)

La blanquinegra lid —de su apertura
al intermedio y a su postre fase—
refleja de la vida su aventura
—incertidumbre de la misma clase.

Comienza su partido el pensamiento;
ignora si ha de darse el jaque mate
o si un equilibrado movimiento
tendrá de colofón el justo empate.

Aun cuando está detrás la inteligencia,
del célico deporte y fino arte
no vita la inherente contingencia
la férrea voluntad de cada parte.

Debido a su sotil factor azar,
¡el juego de ajedrez no tiene par!



VOCABULARIO
aventura. 1. f. Acaecimiento, suceso o lance extraño. 2. f. Casualidad, contingencia.
colofón. m. Remate, final de un proceso.
contingencia. f. Posibilidad de que algo suceda o no suceda.
parte. f. 7. f. Cada uno de los ejércitos, facciones, sectas, banderías, etc., que se oponen, luchan o contienden. 9. f. Cada una de las personas o de los grupos de ellas que contienden, discuten o dialogan.
postre. adj. Postrero, último.
sotil. adj. sutil.
vitar. tr. Evitar.

(DRAE, Diccionario Enriquezca su Vocabulario).

 

 

Tuesday, September 17, 2019

  • Autor: Alek Hine (Offline Offline)
  • Publicado: 14 de diciembre de 2019 a las 23:37
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 20
  • Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.