20 de Septiembre

Vancouver

20 de septiembre

 

El tiempo pasa deprisa, mañana llegarás otra vez;

joven eterna de bella sonrisa y contagioso andar.

Sobre tus muslos, posan tímidas las mariposas

y recogen todo el polen de tu piel cuando caminas

 

quizás te abriré las puertas de mi casa y te dejaré pasar,

pero en algún momento, sin querer también, te dejaré ir

 

como le pasó a un viejo lindo con bufanda,

lentes, pipa y un cuento en la mano,

que junto al fuego leía durante las noches

 

como también despedí al terco otoño, que antes de irse,

dejó sobre la mesa un par de poemas algo tristes

 

te dejaré ir a ti también, eterna juventud de primavera,

y no porque quiera, sino porque soy víctima del tiempo como todos los demás.

Ya lo dijimos antes, el tiempo pasa muy deprisa,

y nunca me acuerdo de cómo frenarlo.

 

te dejaré ir entonces junto con la poesía

porque sos insostenible, fugaz y pasajera

 

te dejaré ir, pero antes gozaré del tiempo a tu lado.

Que a tu lado pasan las horas lentas, cuando me tiro en el pasto,

te acaricio la espalda y respiro en un rayo de sol tu piel,

como si fueras la más pura de las cocaínas

y la más puta entre mis sábanas

 

te dejaré ir, pero antes,

me quedaré contigo el tiempo que sea necesario,

porque ya no nos importa

 

porque hasta el tiempo, el mismo tiempo se detiene

a espiar por detrás de una cerradura,

como un púber adolescente,

cuando recorro tu piel por debajo de las sábanas,

una tarde tibia de primavera.

 

 

Vancouver

 

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