Era un hermoso día, ¿saben por qué? Por fin salí a la calle, la dama que se enamoró a primera vista de nosotros y digo “nosotros” porque ya saben, venimos de dos en dos, pasó frente al aparador, le llamé la atención, pues yo el Izquierdo estaba en exhibición, cuando me vio, se le dibujó en el rostro una enorme sonrisa y sus ojos se llenaron de luz, decidida entró a la zapatería buscando a una de las chicas que atendían con gran entusiasmo a sus potenciales clientes.
Cuando la llamó le pidió mi modelo en talla cuatro y medio, yo me sentí entusiasmado y después de unos minutos la chica regresó diciéndole, -¡Lo siento damita ese número se nos agotó! La dama no se desanimó y con seguridad le dijo- ¿El que está en el aparador que numero es? La señorita titubeo un poco, pero enseguida se dirigió a donde yo estaba esperando emocionado, me tomó en sus manos y muy quedito me dijo:- Parece que por fin te vas a ir, ni modos no pude reunir lo suficiente para llevarte conmigo y me entregó a la dama que ya se había quitado el zapato que traía puesto, ¡albricias! Entró en mí sin problema, se miró al espejo y entusiasmada ordenó que le trajeran a mi compañero, ¡ wooooooooo que emoción! estuvimos junto otra vez y listos para salir a la calle.
Me emocioné más cuando ella le dijo a la empleada, - Me hace la nota por favor y me guarda estos zapatos en la caja, me los llevaré puestos.Pisó con ligereza el piso, completó el pago y salimos.
¿No imaginan como íbamos o sí? Pues les cuento, muy inquieta la damita, al parecer se entretuvo con nosotros en la zapatería, por eso cruzaba las calles con tanta rapidez, no esperaba a que cambiara del todo el semáforo y sopitas, salía muy pero muy apresurada, yo solo recordaba aquellos zapatos que traía el personaje atropellado enfrente de la cafetería y como habían quedado lejos de aquel cuerpo…
En esos pensamientos estaba cuando por fin se detuvo enfrente de un Vehículo muy bonito, abrió la puerta y subimos. En el trayecto puso música, creo que le gustaba mucho porque iba cantando, yo el derecho, me sentí muy importante pues constantemente ella me movía de lugar con suavidad hasta que sopas…pisó hasta el fondo bruscamente y de pronto nos detuvimos, que susto pasamos, afortunadamente creo que no pasó nada grave, la damita se bajó del auto y discutía con alguien más, después reanudamos la marcha y cuando por fin nos detuvimos, suspiró, se retocó sus labios, se polveo la nariz y acomodó con sus manos su abundante cabellera, tomo su bolso y bajamos.
Nos dirigimos a una casa que estaba enfrente de donde nos detuvimos, abrió la puerta y luego subimos con rapidez unas escaleras, llegamos a su habitación, se cambió rápidamente de ropa, pensé que nos iba a dejar, pero sorpresa nos volvió a calzar, se miró al espejo… se veía espectacular, volvimos a salir, no tardamos mucho en llegar a un lugar con muchas luces, entramos con ella y en una mesa a media luz la esperaba un joven que tan solo al verla se levantó para recibirla con un cálido abrazo. ¿Qué creen que pasó después? Bailamos por mucho tiempo y allí conocimos a unos hermosos zapatos negros que después del baile quedaron tirados apoca distancia de nosotros, pero esa es otra historia…
Todos los derechos reservados
Elizabeth Alejandra Castillo Martínez
Liaazhny
Comentarios1
Me parece.... o aquí...ya hubo zapatos rojos...
....
Agradables historias...
Hola Ls Angel, así es amigo, ya hubo zapatos rojos, y habrá muchas más.gracias por pasar a mi rincón, saludos.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.