Mientras, cae el ruido.
No cesa la nieve, tampoco,
de engendrar pequeños tumultos
de agua encharcada en los hospitales
y cerca de las alambradas.
Mientras, el ruido avanza,
las catedrales son derribadas,
y los palacios, herméticos,
se abren como las tripas
de una paloma.
Sus vísceras, quedan al descubierto,
tanteadas por manos de campesino,
por manos de hortelano, de sacrificado
indígena.
La nieve, con su plumaje ambiguo,
rectifica las líneas perpendiculares que
conducen al fondo de esos armarios
sin fondo.
Un campesino surge con una linterna,
y el país se desmorona sobre un puñado
de premolares apretados en el fondo de un vaso.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 30 de septiembre de 2019 a las 03:33
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén, alicia perez hernandez
Comentarios2
Un placer leerte
La madre tierra, generosa que se deja laborar y en ocasiones martirizar. Siempre generosa da su fruto.
Un abrazo mi amigo del alma.
Kavi
Gracias querido amigo Kavi, la tierra da sus frutos y nosotros nos los zampamos, de mala fe. Un abrazo amigo!!
SIEMPRE ES INTERESANTE LEERTE.
SALUDOS POETA.
Gracias amiga Alicia, siempre es grato hallarte aquí, un abrazo!!
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