Mientras, hundo mi hocico en tu vientre.
Soy rascador tumultuoso de labios luminosos.
El carmín de tus huellas, así lo atestigua,
sobre mi boca, ese pozo sin fondo ni materia.
Insondable tu naturaleza de pechos balanceándose,
muestra mi rigor en la acometida: palacios que han
de desnudarse en virtud de un antiguo tratado.
La noche estrella su firmamento en la cama.
Transición rígida que deja muertos los cuerpos.
El alba es una estrella coagulada sobre la frente,
con olor a resina y a serrín de los bares.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2019 a las 00:27
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 27
- Usuarios favoritos de este poema: Hugo Emilio Ocanto
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.