Despierta niña,
no guardes la sonrisa,
déjala libre.
Así tus labios
tendrán la melodía
de la jornada.
Darán la nota,
el bálsamo divino,
a quien te escuche.
Abre los ojos
y mira lo que tienes
alrededor.
Luego, si quieres,
ausculta, en este día,
a sus latidos.
La taquicardia
precisa de cuidados
y tu alegría.
Verás que pronto,
se curan las tristezas
del nuevo día.
Aspira el aire,
la brisa y el nordeste
con su salitre.
Así tus labios
sabrán cómo es el beso
de las resacas.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/09/19
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 2 de octubre de 2019 a las 07:20
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 69
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
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