Cuando mi memoria abre sus habitaciones
se parten en innumerables trozos
y mis domicilios tienen la cadencia
del paseo olvidado y de las avenidas tristes,
aquellas que no tienen fuentes
ni recuerdan nada.
Y tienen farolas con luz negra.
Y huellas de trenes sin raíles.
Sin estaciones.
Sin consigna de bultos,
de maletas con árboles como dientes
olvidados y sin remite.
Hay pasos moribundos
en los paseos de los trapos que conservo.
Me paro a escribir en cualquier sitio,
tanto me da una glorieta
como el asiento de un cagadero
la esquina de una casa de putas
o la indiferencia de una iglesia cerrada.
A veces acabo en un mostrador
lleno de ángeles sin alas
delante de un vaso que no me cuenta nada
pero me pone los naranjos en flor.
Trago el momento acuoso
detrás del vidrio donde veo mis dedos
desmadrados, gordos, explosivos.
Y me voy a casa dando pasos como escamas confundidas.
Siempre se me hace largo el camino
y paro en capillas para comprar un poco de mi cielo.
Al final llego sin nombre y con una servilleta en mis bolsillos
con anotaciones
de cosas que son huesos y jinetes olvidados.
Cosas que después me sorprenden
y pienso si no se las habré robado a alguien.
Y sigo volando, sin alas,
esperando la lLuvia que conforme este invierno.
Me cuesta subir las escaleras pero llego.
También llegue hasta aquí y no se como.
- Autor: susoermida ( Offline)
- Publicado: 12 de octubre de 2019 a las 21:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Ma. Gloria Carreón Zapata., ger_art
Comentarios1
Genial poema. Saludos
Gracias Gustavo, desde Galicia un abrazo.
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