No indico la hora inmediata del tiempo, ni lanzo dos veces este silencio con sus últimos latidos, latidos que se propagan en los hombros de la historia sin poder evitar que las palabras se crucen de brazos con un susurro cálido de animal enfermo, sería como si algo nuevo lo invitara a morir o solo quedara una oscura idea, de que éste murciélago de tierra tenga resaca ensangrentada: la peor de todas, como si de su vientre sacaran todas las raíces del miedo y el Armagedón tuviera una calle mojada sobre el mar inmenso de los últimos soles, es decir, como si el último siglo estuviera contra la pared oprimiéndole el pie a la forma humana, porque alguien está dejando señales en el guardapolvos de las ciudades modernas, sumergidas en los grandes progresos de la civilización. Mi estrella se contrae con un anillo de chatarra sólida hecha por el hombre, por el hombre, y por el hombre la horrible convulsión de gas invernal del obscuro cráneo hecho de materia y plomo.
[El viento sopla glaciares cercanos, próximos, cenizas circulares nos recuerdan nuestros orígenes fecales…]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
10:1626102019
- Autor: bernardo cortes vicencio ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2019 a las 12:18
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 71
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