I
con ojos bien abiertos me mira el cielo, su pasmo es claro pero no rezo, sigo escribiendo, y le grito que no importa, estoy bien, humano soy y mi oficio es arder… quemo todo lo que al paso se sostenga de mis ramas y entonces cenizas quedan como un aliento de esperanza.
II
el corazón así bombea la sangre perturbada que aprisa brota en el tórax como fuego y sale de mi boca con palabras salvajes dispuestas a mutilar brazos de doctrina y piernas del miedo.
III
un hombre no es nunca una bestia, bestia es el hombre que se regocija sabiamente en las cenizas de mi lecho y busca entre ellas su garrote para andar con paso rápido al borde del lago, donde los robles crecen y el agua espera ser enturbiada por los aires humanos, deseando que caiga en sus abismos quien tenga que caer.
IV
¿me escuchan cuerdos? mi palabra grita, observa y vuelve a gritar con voz leonina el “yo quiero”… yo creo en gestos y ademanes procaces, en la conmoción bestial que existe y desea libar mi aliento
V
qué importa si ser estoico eres, si mujer pájaro o mujer virtud, si varón siervo o varón ambicioso, yo hablo y pregunto lo mismo a todos:
¿cuándo enloquece un hombre?
- Autor: Moritat ( Offline)
- Publicado: 26 de octubre de 2019 a las 17:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: KORO, Yamila Valenzuela, alicia perez hernandez
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