APENAS, FUE AYER...

pani

 

Movía sus caderas...

al compás del tibio viento.

Y de amapolas

se cubrían...

las yemas de sus dedos.

 

Nada nos era

tan impávido y frugal...

como su aroma enrarecido,

 

en el lánguido ayer

de su recuerdo.

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