Movía sus caderas...
al compás del tibio viento.
Y de amapolas
se cubrían...
las yemas de sus dedos.
Nada nos era
tan impávido y frugal...
como su aroma enrarecido,
en el lánguido ayer
de su recuerdo.
- Autor: pani ( Offline)
- Publicado: 11 de noviembre de 2019 a las 15:51
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 63
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela, AlejandraMonica, David Arthur
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