Digo hola al amanecer, y adiós al anochecer,
acaricio tus manos suaves y delicadas;
tus labios, esperándose con las mías.
Tu pelo, creyéndome ser parte de mi abrigo
que me enfunde los momentos de invierno.
Deseo que seas el mezclar de la leche y del café,
esa fragancia dulce de tu perfume,
A veces te veo en mis sueños,
creyendo que pasa de verdad.
¿Limpiarás mi muro de soledad?
Enfúndeme con tu perfume, con tu abrigo
para que no esté solo, para recordarte
en los momentos tristes, o en los momentos
de pérdidas, de fe de mi existencia.
Te esperaré.
Siempre te esperaré,
te esperaré sentado, esperando a que llegues,
esperando a que huyas de mí.
A que me veas como a otra persona,
un extraño para tí.
Derramaré lágrimas, pero te esperaré.
Se me quemarán las velas de mi reflejo,
el reflejo de mi existencia,
la existencia de lo que soy.
Derramaré sangre de los ojos,
signo del puro sufrimiento;
Pero te esperaré.
Serás la luna que me acompañas en mis noches,
serás las nubes y el sol que me embellece,
las lágrimas de los ríos,
los valles de mis llantos,
el calor, y lo que no es calor.
el dolor, la soledad y el sufrimiento.
... La existencia de un nuevo yo.
- Autor: Dara, La Rusa, Sanz, etc. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 24 de noviembre de 2019 a las 13:09
- Categoría: Amor
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
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