Había una vez un viejo candado entre unos barrotes de hierro en un jardín solitario. La niña llamada Yjiuyo, iba y venía de su casa hacia el jardín solitario. Corría por el monte como si fuera un correcamino veloz. Y el viejo candado para poder abrir necesitaba de una llave mágica, pues, era obvio que no podía abrir solo. La niña empeñada de que su hermana mayor le abriera el candado para salir a ver qué había detrás del portón, insistentemente le confiere que quería abrir el viejo candado. Las niñas tanto mayor como la menor, no podían abrir el viejo candado. Y una se detuvo a pensar y a imaginar que siempre en las casas tenían bajo la alfombra la llave para abrir portones o candados. Y no saben, ¿qué?, que ahí estaba la llave bajo una alfombra vieja, seca y humedecida por tanto calor y lluvia y sereno en las tardes de verano. Cuando Yjiuyo, quiso abrir el viejo candado estaba reacio a abrir su cerrojo con esa llave mágica. Ella, tenía que dar par de vueltas con la llave mágica hasta poder abrir. Y sí, que lo hizo y lo pudo abrir. Quedó adherida al portón y no sabía si cruzar el portón o marcharse a su hogar. Y Yjiuyo, lo cruzó sí, pero, el que cruza no vuelve más, no regresa más. Y Yjiuyo, lo sabía y muy bien. Pasó mucho tiempo, desde que cruzó el viejo candado, pues, esperó a crecer en un siglo lleno de emociones vivas. Y su hermana la esperó y más la ayudó a sobreponerse de ese trágico dolor, después de llegar por haber sobrepasado ese viejo candado cuando fue pequeña. Y Yjiuyo, se llenó de magias trascendentales, como lo fue ver el tío vivo, una ballena y un mono de circo. Y fue más de lo que vivió en un instante de una hora, que todo en esa misma hora todo cambió todo. Y creció como toda mujer, y cambió todo, como si fuera magia. Y Yjiuyo, no se daba de cuenta, pues, en el camino se electrizó el ir y venir y Yjiuyo, no se daba de cuenta que crecía a tan temprana edad y nunca, nunca, pues, maduró como persona. Pues, iba y venía del viejo candado, cuando en el jardín solitario se perdía y veía tantas cosas que le gustaban, sí. Y Yjiuyo, sobrepasó la edad y nunca supo que estaba demasiado vieja para volver a andar por ese viejo candado en que ella iba y venía y nunca se dió de cuenta que estaba yá muy vieja. Y siempre vió el tío vivo correr, a la ballena hablar, y el mono de circo siempre haciendo su práctica. Y se convirtió en una vieja andaluz. Y nunca supo que estaba muy vieja para seguir andando y correr y atravesar el viejo candado y Yjiuyo, quedó siempre así, creyendo que era una niña todavía.
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de noviembre de 2019 a las 00:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
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