Ingenua niña

No tenía idea, cielo, nunca pensé que mi vida fuera a depender de una dulce mujer extraña.

No planeaba amar prematuramente, en especial cuando miraba los sentimientos solamente en la superficie.

No creí jamás en fantasías, pero fue inevitable no intentar confiar, ya que el impulso flechado pudo más sobre mí.

No era el plan comenzar a desear vivir el resto de mis días con un ser tan bello, a quien conocí por casualidad.

Una inexperta niña vino a enseñarme, hacer que dudará de mí, y así arrancar la arrogancia que me solía conducir.

Ingenua niña, me mostraste que las cosas buenas se llevan bajo la piel, me hiciste entender...

Ahora me duele. Niña, te has marchado, sin luz de luna llena me he quedado, comienzo a sufrir.

Me dejaste un fuego violento, ardiente, que desnuda con fineza la soberbia sembrada dentro, en mí.

Y la confusión intenta apoderarse de mis creencias, las experiencias en que me fiaba para sobrevivir, tú derrumbaste.

Niña inexperta me enseñaste a enamorarme del interior y ser sincero al erizar la piel.