SAN SEBASTIÁN...

Lualpri



 

San Sebastián...

 

 

 

Hablar de San Sebastián

es remontarme al pasado,

con aquellos que hoy no están

y que mucho me han dejado...

 

En mi gastada memoria,

y en mi orate corazón,

perteneciente a la historia

personal de quien soy hoy.

 

Hablar de San Sebastián...

Voy a intentar ver si puedo,

porque no quiero falsear

ni narrar lo que no es cierto.

 

Espero que no me falle

esta cabeza alocada,

y que recuerde al detalle

esas vivencias amadas…

 

Para que aquel que me escuche

lo pueda como palpar,

y haga su propio resumen

de lo que va a comenzar...

 

Cuantos son los que se han ido.

Sus nombres he de nombrar,

pues todos han compartido

ese precioso lugar...

 

En diversas ocasiones,

mientras yo supe de estar,

pero no me pidan orden

porque pa` tanto, no da.

 

Don Teodoro, doña Juana,

don Bernardo, Juvenil,

Delia y Jorge, que macana,

que rimen todos aquí.

 

Robertito, Juan José,

Osvaldo, tía Gabina,

y el tío Antonio también,

conformando esas familias.

 

La abuela Yaya, mis viejos,

Nilda, Mirta, Betty, yo.

La pucha, cuantos recuerdos,

que ese sitio nos dejó.

 

Don José y Josecito,

grandes amigos de antaño,

todos contentos, reunidos,

en un círculo muy sano.

 

A veces la tía Mariana

con Ana, Jorge, Irma, Tucho,

Olga, Héctor y la otra Ana.

La verdad, que eran muy muchos.

 

El tío Paco, Mimi,

Guillermo y el Omarcito,

tío Pepe, si, si ,si,

con la Nena y sus chiquitos.

 

Quizá quede en el tintero

alguno que se ha perdido,

en mi mente de trovero

que se inclina pa` el olvido.

 

Mas, no es con intención

si es que tal vez ocurriese,

es la vida que pasó

aunque no me lo creyesen.

 

Con su cuadradito verde

tío Antonio nos llevaba,

todos riendo y alegres

por compartir tal velada.

 

Una tranquera de alambre

sobre el frente de la casa,

olor a campo... que grande,

la congoja me rebalsa.

 

Cuando se abría la puerta,

la humedad nos recibía,

desde allí quedaba abierta,

más ventanas, celosías…

 

Y el postiguillo del baño,

incluso el de la cocina.

Cada quién hacía algo,

pero con mucha alegría.

 

Alguien colgaba la hamaca

al brazo del eucalipto.

Los caballetes, las tablas,

siempre a la sombra del mismo.

 

Sillas, bancos, todo afuera,

el brasero se encendía,

y la pava que era negra

pal mate se la ponía.

 

Se colocaba la bomba

y ni bien se la purgaba,

el agua fría que brota

era también muy salada.

 

Al techo, a sacar las hojas

que canaletas tapaba,

y con la hoz de una hoja

el pastizal se cortaba.

 

Las botellas pa `pescar,

en el río, mojarritas,

que luego habrán de fritar,

mi vieja, Delia o mi tía.

 

Algún truco, algún chinchón,

alguna escoba de quince,

o la pelota, que no,

el tema era divertirse.

 

 

En el terreno de al lado,

dentro de un pozo profundo,

alguna rana han sacado,

siendo un manjar cual ninguno.

 

Y luego a la tardecita,

a bañarse todo el mundo,

puesto que aún se podía

en el Matanza, hoy inmundo.

 

Como podrán apreciar,

era muy simple y muy bello.

Todo eso quedó atrás,

sólo existen los recuerdos.

 

Hablar de San Sebastián...

me produce gran nostalgia,

porque jamás volverán

esas horas angeladas !

 

 

Luis A. Prieto

jueves, 13 de octubre de 2016

11:55 hs.-

 

 

 

 

 

 

 

 

  • Autor: Lualpri (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de diciembre de 2019 a las 00:38
  • Comentario del autor sobre el poema: San Sebastian Fue un lugar de ensueños para un chico. Fui uno de ellos, luego mis sobrinos e hijos, disfrutaron de el. Una especie de casa quinta que hasta último momento, antes de su venta, perteneció a mi padre y su hermano. Gran parte de mi niñez y la del resto fue compartido entre familias y amigos. Parte que ha quedado grabada a fuego en el recuerdo de muchos. Gracias por continuar leyéndome. Luis.
  • Categoría: Familia
  • Lecturas: 41
  • Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela, María C., Mauro Enrique Lopez Z., anbel, alicia perez hernandez, Hugo Emilio Ocanto, migreriana, José López Moreno.
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