No es el fantasma que añoras
sólo es la silueta de un extraño
la llama qué ya no quema:
Un susurro que no otorgará otro poema.
El astiado olfato ya no te busca rosas,
en cada lágrima que donas
sólo se combustionan las caricias
ni se perdonan las cenizas
se deslizan los hilos grises
que cautivos siguen al frío analista;
caen las hojas de tabaco triste
ésta mirada ya no te pide pista.
Y los violines rojos se derraman
y las palomas negras se colapsan
el aclipse denso se monta a un mito:
que la historia viene y te desarma...
Jamás regreses a la flor no-nacida,
báñate con la sangre del sol,
caliéntate de la fusión del corazón
de tu leyenda con la mía.
(Tus siluetas se hacen muros con el tiempo,
en éste laberinto no me encuentro
cada sombra que dejaste se hace zanja,
sólo un salto en el abismo pondrá mi carne sana)
No estamos perdidos:
sólo no no vemos
No somos agenos:
es que del no-lugar partimos
Ésto no es un infierno,
solamente: el cielo ha muerto.
- Autor: Don Inerte (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de diciembre de 2019 a las 07:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 55
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, Yamila Valenzuela
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