Son las cinco de la tarde
y hay silencio en la pradera,
una brisa muy ligera
deja un verso sin alarde
que le roza la mejilla
y estremece su costilla.
A lo lejos, la campana,
tintinea, muy lejana,
con lamento y semitono,
cual preludio de un abono
y una música cercana.
De repente, entra en escena,
una ardilla saltarina
que se esquila por la encina
extendiendo su melena
y abrazándose a una rama
para ver el panorama.
¡Qué belleza y qué inocencia
de esta imagen con su esencia,
que se mete en nuestros ojos
y nos quita los enojos,
y rechaza la violencia!
Mas la tarde se apresura,
pues se encuentra muy cansada,
y la noche, alborozada,
va ofreciendo su ternura,
en las sombras silenciosas
que se ofrecen deliciosas.
Nuestra ardilla siente el viento
y una página del cuento,
que leído por la luna,
trae recuerdos de la cuna
y unos versos de alimento.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/19
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 16 de diciembre de 2019 a las 10:52
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela, Texi, Lualpri, alicia perez hernandez
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