Impaciencia

Alberto Escobar

 

Despacito y buena letra...

 

 

 

 

 

 

 

 


A las once de la noche se previó el toque de queda.
Las autoridades decretaron la absoluta limpieza de cualquier
vestigio de David y sus hijos en todo el orbe hispano.
El escribano, bajo el palo mayor de la Pinta, pasaba lista
a las tropas tal que la despedida de sus deudos tuvo que
producirse de antemano — era costumbre ancestral en la
marinería apurar al máximo la compañía familiar —.
Mañana aguardaría un "dies gloriosus" como habrían pocos
en las vidas de semejantes paganos; la apuesta que suponía
la empresa era de órdago a la grande.
Gonzalo, el contramaestre de mesana, pespuntaba los últimos
granos de su rosario antes de su pronta cabezada; su camastro
se hacía acompañar del que fuera su colega de juegos desde casi
sus albores; en Palos eran grandemente conocidos.
¡Qué tal Gonzalo si subimos a la bitácora para divertirnos
un rato!, ofreció su compadre
—Vamos pero con cautela, pequeño Francisco, repuso el primero.
Después de varias rotondas al heliocéntrico timón de madera,
Gonzalo se lanzó a decir:¡Tierraaaaaa a la vistaaaa!
Como ratas que se desbocan a los sones del flautista
la oyente tripulación, todavía in albis, salió de sus celdas
alborozada, exultante por asistir a un hito de simpar
repercusión.

Ver métrica de este poema
  • Autor: Albertín (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de diciembre de 2019 a las 16:05
  • Comentario del autor sobre el poema: Es lo que tiene saber el final de la historia.
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 28
  • Usuarios favoritos de este poema: Amalia Lateano
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Comentarios +

Comentarios2

  • Alberto Escobar

    El título quiere hacer un guiño a la imperante impaciencia en que abundamos al calor de la avasallante tecnología que llena nuestras vidas.
    Yo diría que mi tendencia al clasicismo me seduce tanto —no en vano mi afición a los clásicos— que me inunda en exceso el lenguaje.
    El efecto cómico, propio a un microcuento, es adecuado pero mejorable.

  • Amalia Lateano

    Cuando el alma flota en la liviana sangre de la noche,
    convocando sueños y sombras retráctiles,
    paseando en la grácil armonía de un mar de estrellas,
    emana del afable suspiro,
    la profundidad de un paisaje cósmico y amoroso,
    quizás la pasión se torne un néctar digno solo de quienes
    posean un corazón carmesí, fino,delicado, emocionalmente
    entregado al éxtasis del simple y sano yugo
    de estar plenamente enamorado de la vida, del amor mismo.

    Abrazos, Albertín, abrazos estrellados desde mi lejano cielo.
    Felices Fiestas
    Amalia

    • Alberto Escobar

      Igualmente Amalia, y gracias por estas letras tan bellas.



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