Despacito y buena letra...
A las once de la noche se previó el toque de queda.
Las autoridades decretaron la absoluta limpieza de cualquier
vestigio de David y sus hijos en todo el orbe hispano.
El escribano, bajo el palo mayor de la Pinta, pasaba lista
a las tropas tal que la despedida de sus deudos tuvo que
producirse de antemano — era costumbre ancestral en la
marinería apurar al máximo la compañía familiar —.
Mañana aguardaría un "dies gloriosus" como habrían pocos
en las vidas de semejantes paganos; la apuesta que suponía
la empresa era de órdago a la grande.
Gonzalo, el contramaestre de mesana, pespuntaba los últimos
granos de su rosario antes de su pronta cabezada; su camastro
se hacía acompañar del que fuera su colega de juegos desde casi
sus albores; en Palos eran grandemente conocidos.
¡Qué tal Gonzalo si subimos a la bitácora para divertirnos
un rato!, ofreció su compadre
—Vamos pero con cautela, pequeño Francisco, repuso el primero.
Después de varias rotondas al heliocéntrico timón de madera,
Gonzalo se lanzó a decir:¡Tierraaaaaa a la vistaaaa!
Como ratas que se desbocan a los sones del flautista
la oyente tripulación, todavía in albis, salió de sus celdas
alborozada, exultante por asistir a un hito de simpar
repercusión.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de diciembre de 2019 a las 16:05
- Comentario del autor sobre el poema: Es lo que tiene saber el final de la historia.
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Amalia Lateano
Comentarios2
El título quiere hacer un guiño a la imperante impaciencia en que abundamos al calor de la avasallante tecnología que llena nuestras vidas.
Yo diría que mi tendencia al clasicismo me seduce tanto —no en vano mi afición a los clásicos— que me inunda en exceso el lenguaje.
El efecto cómico, propio a un microcuento, es adecuado pero mejorable.
Cuando el alma flota en la liviana sangre de la noche,
convocando sueños y sombras retráctiles,
paseando en la grácil armonía de un mar de estrellas,
emana del afable suspiro,
la profundidad de un paisaje cósmico y amoroso,
quizás la pasión se torne un néctar digno solo de quienes
posean un corazón carmesí, fino,delicado, emocionalmente
entregado al éxtasis del simple y sano yugo
de estar plenamente enamorado de la vida, del amor mismo.
Abrazos, Albertín, abrazos estrellados desde mi lejano cielo.
Felices Fiestas
Amalia
Igualmente Amalia, y gracias por estas letras tan bellas.
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