De nuevo soñé contigo, llegaste a mi como aquel náufrago que ve un barco después de la tormenta, tu última esperanza después de vagar en el vacío, por la nada absoluta y tenebrosa, probaste el silencio y la pena sin poder gritar.
No tenías nada ni siquiera te tenías a ti mismo, no había cuerpo, lengua, ojos o huesos, solo tú flotando en la nada, rogando porque te dejase entrar a donde ya no perteneces.
No culpes a la forma particular en la que te fuiste, eres afortunado, fuiste un cuervo que hoy no tiene alas, pero también tienes el privilegio de no vivir arrastrándote.
No vuelvas a tocar mi puerta, pues no voy abrir, vete a donde perteneces, retírate y deja de aferrarte, de aquí ya no eres, tampoco serás, tu reloj de arena de hormigas y gusanos lleno quedo y no hay marcha atrás.
Una vieja cruz olvidada en el lecho de tierra donde descansa tú esqueleto es lo único que te pertenece, llévatela y mordisquea un poco si es que puedes, gruñe y gime porque hablar no puedes.
No hay plegarias, tampoco recuerdos, nada te llena y nada te calma, explota y renuncia a la conciencia que aún te queda, se polvo cósmico se todo convirtiéndote en nada.
Descansa tranquilo ya nadie pronunciará tu nombre, ni te darán rosas, tampoco flores blancas, confórmate con las hojas secas que te arroja el viento frío cada invierno.
Hoy no hay luna.
- Autor: Sepu (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de diciembre de 2019 a las 17:01
- Categoría: Triste
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, migreriana
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.