Vie...

Se quedó la costumbre de quererte,
la costumbre del amor;
la promesa de lo eterno e inamovible.
Se quedó en mí,
el sentir que eras única
y significativa.
También, se quedó en mí tu adiós.
Se quedó el corazón roto.
Se quedó la mirada vacía,
los ojos en el punto fijo de la nada,
mirando hacia el interior,
buscando en el más mínimo recoveco
una señal de que esto valió;
tratando de encontrar si
en realidad existió en el interior
un extraño corazón.
Este amor incombustible
sigue con su lúgubre visión:
tan doloroso como tormentoso
vive en mí y me recuerda tu lejanía.
Estás tan cerca y tan lejos
que podrías ser solo una fantasía.
No debió ser real tanto sentir,
para bien o para mal ya no estás aquí.

Te busqué en otro par de manos
en otro pincel que dibujaba caricias
en el lienzo de mis brazos.
Pero, sólo encontré que tiene sabor a ceniza
lo que antes disfrutaba como a una brisa.
Es interesante meditar
en lo que sentí;
ver cómo una mirada
tenía la eternidad utópica,
y como un "no te quiero"
tenía la verdad más calculadora,
fría y matemáticamente
exacta que puede existir.
Sin ti podría decir que "La Vie En Rose"
es "La Vie En Noir".