La palabra muerte
vive en el otro
Rosas blancas, verdes y rojas, corona de espinas:
La mañana era de un sol radiante y temprano, la brisa de fría mortaja.
Un padre de negro hisopaba el responso bajo la indiferencia del cuerpo.
Mi madre no tenía lágrimas, el rostro surcado de ríos que no llegaban al mar.
Yo, lo que era yo, me erigí en mástil de su naufragio, en paño de lágrimas
que no se dignaban salir, era demasiado tarde.
«Descanse en paz» fueron sus últimas palabras, lo demás historia.
Me acerqué, antes del olvido, a ponerle un labio en la frente, que casi retiré.
El frío de la estancia sobrepujaba cualquiera de los helores rígidos del féretro.
Mi madre no levantó cabeza, él tampoco.
Hace ya un año; ella sigue nadando en el abismo.
Yo, lo que se dice yo, sigo con mis asuntos, un vago recuerdo alimenticio.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de enero de 2020 a las 16:56
- Comentario del autor sobre el poema: Un recuerdo transfigurado de la muerte de mi padre.
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Alexandra L, Yamila Valenzuela
Comentarios2
Mezclo recuerdos de la muerte de mis padres con unos golpes de sal y pimienta, agitando todo en la coctelera de la imaginación. Espero que el mejunje no os sea desagradable.
Una imagen clara, fuerte, creíble, un camino que todos transitaremos. Placer leerte Alberto.
Saludos, Alex.
Eso mismo, es que pronto se cumple aniversario de la muerte de mi padre.
Saludos que te devuelvo y deseo feliz año.
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