Yo creo en la fé
de esa madre africana
que se desprende de su hijo
al otro lado de la alambrada.
No creo en el dañino
que conquista los campos verdes
con las redes de la irresponsabilidad,
cortando alas a su procreación
sin percibir la mirada inocente
de sus víctimas.
Creo en aquel que sobrevive
de las sobras humanas
Y duerme con el frio
en el portal de las estrellas.
Yo, creo en el que se derrumba de miedo
Y se levanta con valentía.
No creo en los egoístas
que arrancan los cimientos del alma
para querer y creer construír
pirámides en arenas movedizas.
Yo creo en aquellos que se saben pálidos
Y siguen sonriéndole a la esperanza.
No creo en ese que se queja
de injusticia humana
Y es el más verdugo
de los depredadores.
Yo creo en el llanto del desamor
porque es el camino al amor.
No creo en el que hace llorar a una mujer,
sin motivos, y se bebe su voluntad
para calmar la sed de su ego.
Yo creo en el niño que se dilata
cuando su inocencia es escuchada.
No creo en aquel que dice escuchar
la voz de los saludables
porque tiene los oidos llenos
de arena de su propio desierto.
Yo creo en el que crea
Y no habla de lo que crea.
No creo en el “ilusionista”,
“el fanfarrón” de su magia
que la utiliza para fumársela al sol.
Yo creo en el miedo a competir,
No en la la seguridad de ganar.
No creo en el “parlanchín de pacotilla”
que alardea de honor
Y deshonra con su conducta
a la humildad y a la pureza.
Yo creo en la poesía.
no creo en los románticos
que usan los principios,
las ideas, la formación
de los sanos de corazón
para calmar su egocentrismo
con el que ganar quiere.
Yo creo en el universo...
No creo en los que presumen
de caminar por el firmamento
abrazando estrellas
en cualquier vía láctea
Y está escondido
en su propio agujero negro
arropado por su propia hipocresía.
Yo creo en la libertad de mostrarse
con permiso y sin perjuicios.
No creo en el hombre "Don nadie"
que culpa a la confianza con desconfianza
porque no es de confiar.
Yo creo en la palabra sensata
de los humildes de corazón.
No creo en el prepotente que promete la luna
Y no alcanza a verla.
Yo creo en el que da de lo que tiene
no de lo que le sobra;
payaso que tiene nombre,
número, come y duerme feliz en su circo
Y que en vez de sacar sonrisas a las mariposas,
Que lo decoran ,volando a su alrededor,
le saca lágrimas, sollozos
destrozando su noble vuelo.
Yo creo en la tierra que no es nuestra
Porque nosotros somos de ella.
No creo en el que trata a la mujer(tierra) como un objeto
porque conlleva una vagina.
Yo creo en el respeto a cualquier vida
Y en la vida que respeta.
No creo en el maltratador de psiquis
que rasura cabezas,corazones,almas,
dejando huérfanos de sentimientos
A todo lo que toca.
Creo en el himno del alma
que es rumor de playas
Y que cuando besa
dibuja en unos labios versos y liras.
No creo en el que señala con el dedo
Al ladron,al condenado
Y no siente sus manos afeitadas
en su propio cuello;
Sus manos de izador de guante blanco.
Yo quiero creer en las leyes de los hombres
pero no condenan al que mata al amor.
Porque creo y no creo hago un llamamiento
a ustedes los comprensivos,los entendidos
Y que Dios o el tiempo
Ponga a los creyentes y agnósticos en su lugar.
Antonia Ceada Acevedo
Comentarios1
Enhorabuena poetisa... Exquisito credo, me gusta en especial el fragmento que reza "Yo creo en el niño que se dilata cuando su inocencia es escuchada.". Lo digo, pues mi trabajo poético y de comunicación es con churumbeles...
A continuación, algo sin ánimo de replicar, sino compartir...
“Humilde Credo”
A mi colega educador y amigo Miguel Herrera
Creo con fe, pero sin sectarismo ni exacerbación, pues definitivamente no me considero incrédulo, ni ateo.
Creo en causas primigenias, porque para hacer empleo de la creatividad primeramente en ella creo.
Creo en la relatividad y en el equilibrio natural, es en ciertos abusos de la especie humana en lo que no creo.
Creo en determinantes causalidades y no en el azar ni en casualidades, es decir, no deseo ser de la suerte un reo.
Creo en la justicia divina que es decir la misma ley de compensación, y dudo de la ley del hombre y su ajetreo.
Creo en las Sagradas Escrituras, a pesar que ciertas jerarquías pretendan usarlas en procura de oro y de trofeos
Creo a pesar de vicisitudes, en el digno ejemplo de un milagro agrícola como el del pueblo hebreo.
Creo en el libre albedrío, pero no politicastros líderes que con inmoralidad le han dado mal empleo.
Creo en la ciencia y los números, también en la probabilidad del error humano y no es necesario un muestreo.
Creo en que la comunicación honesta nos permitirá mejores derroteros, no importa sea virtual y por correo.
Creo en las marcadas diferencias individuales, de talla, peso y credo, pues no somos borregos uniformados para el arreo.
Creo en la poesía y la música y no en la guerra como cruel torneo, enseñemos a los niños no armas y sí teoría y solfeo.
Creo en la reciprocidad, no en el mito del averno, la vida es un boomerang efectivo y después vendrá un justo pareo.
Creo en el infinito tamaño de Universo ante el cual somos microscópicamente muy pe-que-ños, y así lo deletreo
Creo en las necesarias virtudes y en la tolerancia y no me preocupa que otro escriba, que yo escribo y también leo
Creo en el humor y jocosidad como bálsamo aliviador tanto que de este Credo un amigo diría: “Más bonito, queda feo”
Creo en mi humilde producción inspirada en al menos un minúsculo ápice de la Creación y con ello me recreo.
Creo en una única verdad absoluta, en Dios como entidad y energía de bondad, sin más dogmatismo ni más palabreo.
Por Hermes Varillas Labrador
Preciosa labor y a seguir haciéndolo,nos necesitan muchas gentes.
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