Vino caliente, canela y anís
que alimentan la ilusión.
Mas dura poco,
te enfrías hasta los huesos.
Te vuelves antónimo.
Contrastes de ti.
Bandera roja.
Yo soy libre, y te quiero libre.
Pero esa necesidad tuya
de constantes pruebas de afecto.
Bichos desesperados, dando vuelta en tu cabeza.
Diagnóstico: un pobre loco.
Y como mago,
hiciste aparecer de la nada
frutas podridas
que me imputabas.
¡Ay, a mí sólo me sorprendía!.
Al final no me arrepiento,
hoy agradezco por lo aprendido
y por lo bueno,
que un pobre loco,
la mayor parte del tiempo parece cuerdo
y esa cordura
alegró mis días.
Me voy a tiempo.
De un pobre loco yo ya me alejo,
¡que me encariño!
Ya la vida me lo dijo a gritos.
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