Llegando a casa.

Puedo decir su nombre
tal vez
más no sus apellidos
pues sería fácil descubrirla
y yo quiero preservar
el misticismo
de la piel que la enmarca
quiero cuidar los sitios
en que piensa
donde resuelve
con esmerada
paciencia
el crucigrama
de palabras romas
que le retan
y alcanzan
si alguien se la tropezara
no ha de ser por mi boca
aunque mi labios
traen dibujados los suyos
aunque en mis ojos
maduran sus palabras
aunque mi voz
en su presencia
se ilumina con la voz
de la impaciencia
si alguien desea hallarla
no contará conmigo
que voy saltando muros
de aguas aclaradas
dejándome en sus rizos
todo lo que me lastra el paso
y domando rincones
voy llegando a su casa

Eduardo A. Bello Martínez
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