Oscar Perdomo Marín
POLVO Y TIEMPO
Tengo que hacer, debo pararme sobre mi y andar.
Intento que la duda inutilice la decisión de mi espíritu.
Necesito gritar y que me escuchen:
¡Soy un sordo pidiendo clemencia!
La mañana se va hacia el mediodía
y las horas irrecuperables, pasan
¿Acaso algo deja de pasar?
Todo es el transcurso de una cinta interminable,
que pone las cosas en duda.
La certeza tiene el peso de la duda que la decanta.
¿Qué es lo cierto? Alguien dijo que era lo que existe
como una cosa y también una palabra, un sonido.
Los mudos no hablan,
tienen el idioma de la desesperación,
tan añeja que termina como su habitual manera de ser.
Los sordos no escuchan y se llenan de silencios.
Pero adentro, en el alma
llevan un concierto de notas y palabras
que animan sus espectros.
Ambos, mudos y sordos son lo que son: diferentes.
Carecen de lo que yo poseo ¿Y que hay con eso?
Yo hablo disparates y escucho lo que quiero,
porque soy mudo y sordo.
Un ciego ve a través de lo presentido.
Algo me dice que presentir es angélico don de elegidos.
Las aves presienten los terremotos y vuelan.
Nadie osa trepar la pared y mirar al otro lado;
eso está vedado a la humana visión.
Casi todas las almas se extravían del otro lado.
Aun esperamos que alguien nos cuente cómo es el más allá.
Todos los de acá somos ciegos, sordos y mudos.
Hay más preguntas por hacer que respuestas a lo sabido.
El alma es una interrogante con todas las preguntas
y pocas, las respuestas.
Como no sabemos,
apenas intuimos que tenemos alma,
pero nadie la ve.
La ignorancia es reemplazada por la fe,
fuente de virtud y fantasías.
La fantasía es parte de la vida
y quien la desprecia es un ignorante.
Estamos llenos de ignorantes sabios.
Un viejo no es viejo por sabio
y un sabio no es sabio por viejo.
Acumular siempre produce moho
y las cosas se oxidan
y son los monumentos que adoramos.
¡El polvo es el gran fantasma de los tiempos!
Nada sobrevive al polvo.
¡qué lo digan los escombros de la historia!
El esplendor se llena de polvo y termina siendo polvo.
¡Que hablen las pirámides y lo que queda en piedra de los templos egipcios
y del Partenón y la acrópolis de Atenas!
Napoleón fue grande por sus crímenes en nombre de la libertad;
su imperio de papel se quedó en polvo.
Todos los césares son hoy recuerdos de polvo.
Sobre el polvo emergen las ciudades,
lo que llena la vanidad humana y,
al polvo regresan en el tiempo,
porque ¡todo es cuestión de polvo y tiempo!
Derechos reservados
5 de enero de 2020
- Autor: oscar perdomo marin ( Offline)
- Publicado: 7 de enero de 2020 a las 13:16
- Comentario del autor sobre el poema: Este texto es de escritura automática, sin pensamiento coherente previo y luego pulido con espátula como si se esculpiera roca en bruto para salga el poema. finalmente sale lo que se agita en la tormenta interior.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 13
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