Por el camino
se ven las amapolas
salir de nuevo.
Su colorido
anima las pupilas
y da alegría.
La vieja senda
parece que revive
y resucita.
Un puerto viejo
acoge las traineras
en su descanso.
Están varadas,
tumbadas en las rampas,
quizás dormidas.
Así reponen
las fuerzas en sus quillas
atormentadas.
La dulce aldea,
los sueños de la infancia,
hoy me saludan.
Y vuelvo a ellos,
camino por sus calles,
oigo sus voces.
Bellos recuerdos
que afloran y que vuelven,
con mil suspiros.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/01/20
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 19 de enero de 2020 a las 08:28
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 19
- Usuarios favoritos de este poema: Yamila Valenzuela
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