Cuelgan como ahorcados esta noche
los ojos apenados del gran ave.
Lanzó desde su jaula gris la llave
por no salir con vida del reproche,
como aquel que ayer se lanzó al derroche;
nace ahora su canto, frío y suave,
y siempre ha de volver a hablar en clave
para que alguien a su lado trasnoche.
Cruza las calles, más perro sarnoso
que ave; sin ropa, se le ve de luto
porque asfixia con sus ojos, airoso,
mas nunca mata al homicida enjuto,
al viejo invierno, dulce y canceroso,
que en su silbido todo hace impoluto.
19/1/20
- Autor: Diego Invierno ( Offline)
- Publicado: 20 de enero de 2020 a las 11:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 66
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