Aquel cuervo herido
buscaba su lecho,
por flecha del hombre
curtido y sereno,
bajaban sus alas,
caía hacia el suelo,
su pico movía
por falta de aliento,
me vio, en su agonía
pisando el terreno,
la dulce pradera
de trigos eternos,
y al ver sus heridas
sentí que mis dedos
querían curarle,
sanarlo sin miedo...
Pero era muy tarde,
un día de invierno,
las cinco ya daban
con sol a lo lejos,
entonces mis manos
buscaron su cuerpo,
limpiaron la sangre,
calmando su miedo,
y luego, sin prisas,
llevaron mis dedos
la triste figura
a un árbol pequeño,
en él dormiría,
de noche, al sereno,
y así, poco a poco,
tendría su premio...
"...Aquel cuervo herido,
cual niño pequeño,
sintió que una brisa
llegaba del cielo..."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/01/20
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 21 de enero de 2020 a las 08:51
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 52
- Usuarios favoritos de este poema: MARIA DOLLY MONTES TANGARIFE -DOMOTA, Yamila Valenzuela
Comentarios2
Bellísimo danzar entre versos. Saludos, un placer
Gracias Nuria.
Saludos.
Oh! Triste tus letras de hoy, pero con un hálito de esperanza.
Apapacho querido Rafael.
Gracias Yamila.
Un abrazo.
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