Pero cuidado, cuidado:
volad, hijos míos, alto, cuando
se produzca el asesinato de los caballos,
y las lunas emitan su resplandor casi místico.
En las fuentes siempre habrá reposo
como en los estanques de flores marchitas,
siempre que, entre los leones metálicos de las fábricas,
y entre las sagradas
esquelas, repletas de voltios, el volumen de las aguas
crezca, y haga desaparecer las nubes de insectos
apáticos.
Yo he procurado ofrecer el sonido de las campanas,
abrazar a un moribundo, cuando el sol porfía por
las extensas amenazas de un niño secuestrado.
Y en esas lágrimas me he visto reflejado.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 30 de enero de 2020 a las 23:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lualpri
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.