Aunque mi amor no traspase
más allá de tu umbral
y de tu falda ni un pliegue
se arrugó con mi aliento,
los cipreses me indican la
constancia de Eolo y un verdecillo
se atreve a hacer nido en sus ramas.
En tu vientre dos rosas cicatrizan
la herida y una lucha marciana
mantiene en vilo el joven hombre
que engendré algún verano.
Yo no aliso los hombros que
esconden la ruborosa tiranta,
ni me pongo al volante
de tu auto gris plateado. Mojo
en la tinta mi pluma
y acomodo los versos a lo ancho del papel.
¿Arrancarán de ti un rictus
o morirán
como tantos, apolillados de horas?
En los brazos de una hornilla
fue tostándose mi voz que unté
con ansias a mi canto. Anidaron golondrinas
en el dintel de mi puerta
y marqué a diario tu número
para iluminar mi cara.
Yo no figuro en tu agenda
subrayado en amarillo, ni tu móvil
cosquillea entusiasmado a mi llamada.
Ronronean los pasillos, enfebrecidos
mientras los perros ladran.
- Autor: J.R. Infante (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 5 de febrero de 2020 a las 08:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 44
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