Hay niebla afuera.
El viento azota fuerte.
Me siento triste.
Pero adelante,
me dicen los sentidos,
y así lo intento.
De nada vale,
sumirse entre las sombras
y estar pasivo.
Esperaré,
decía la galerna,
en sus sollozos.
Y yo temblaba,
oyendo sus gemidos
tan angustiosos.
Pero era un niño,
cargado de inocencia
y de temores.
Volaban tejas,
gemían los balcones
y las ventanas.
El corazón
temblaba, asustadizo,
en su inocencia.
Hubo unas manos
que fuerte me abrazaron:
¡las de mi abuela!
Rafael Sánchez Ortega ©
18/01/20
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2020 a las 08:02
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: LEONARDO HENRRICY, Yamila Valenzuela
Comentarios2
P R E C I O S O......
Gracias Leo.
Me hiciste acordar de mi abuela con sus abrazos tibios, abrazos mágicos que quitaban los miedos y los dolores.
Hermoso poema mi querido Rafael.
Apapacho!
Gracias Yamila.
Un abrazo.
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