Un árbol vagabundo se mueve sin descansar, convencido que su sol siempre allí estará
Observa la luna imponente emerger, convencido que a ella jamás la ha de tener
En su camino nunca solo esta, las estrellas le siguen brillando a su compás
Mas la tierra en la que vive no lo quiere más.
A la luna un día intentó alcanzar, pasando los años sin nada lograr
Corriendo y saltando las estrellas perdió, pues sin darse cuenta con sus raíces las aplasto
Ellas sensatas cesaron su pregonar, pues con su brillo y su cantar un árbol nunca las iba a notar
Volvieron al cielo y no dijeron más.
La luna escurridiza, vanidosa y perversa, contempla el escenario con gran sutileza
Aborrece ese árbol y le teme al sol, sin embargo ella pregunta ¡¿Quién podría brillar como yo?!
El árbol cegado, ignorante y tunante, responde “no hay nadie…” responde “no hay nadie…”
La luna se ríe y nunca más su mirada volteo.
El sol solo escucha y en silencio lamenta, se extingue su llama y ya no calienta
La luna se apaga y la tierra se congela, un futuro merecido del que su realidad no comprenda
Sus hojas se secan y sus raíces se quiebran, dejando entre dicho “que vida, que pena”
- Autor: Jorge Giovanny Brindis Rojas ( Offline)
- Publicado: 12 de febrero de 2020 a las 01:21
- Categoría: Amor
- Lecturas: 32
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.