Escucho el rumor de las hojas.
Predispuestas a su implacable desgaste.
La noche acoge un millar de ruidos.
Son sus grillos los que buscan entre las piedras,
cabezas deshilachadas de alfileres neutros.
Buscan en la negrura su vaivén de fiesta.
Ponen máscara a la tiniebla final del tiempo.
Son monstruos luciferinos los que acumulan
las basuras llenas de juguetes y otros trastos inútiles.
Se vacían por las alamedas los participios rotos
y las escuelas llenan su circunferencia en la pizarra,
con trozos de leña.
Con vidrios partidos y ecuménicos sombreros.
El rumor de las hojas me promete otros pasos.
Aventura en mitad de la tierra, división de astros.
Y me escupen a la cara viejas pasiones de ídolos muertos.
Y me enseñan la marca antigua de su razón inevitable.
Es el tiempo con su flauta de pan y su hogaza imperceptibles.
Es el tiempo con su náusea diminuta contrayendo su vómito.
Es el tiempo, con su flamígera adicción de máscara contraída.
Y es el pecho que simula su vocación dormida.
Como un agua que recorre los manantiales y los hace prósperos.
Llegan de la noche ruidos y rumores partidos,
omóplatos haciendo su esfuerzo, clavos ardiendo
en mitad de la pasión, y ese fenómeno de estatuas
brindando por su falta de educación.
Es la duplicidad de un miembro.
Es la comunicación de un vaso sanguíneo.
Y es la culminación de un saco vacío
contra las almendras de recipiente.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 15 de febrero de 2020 a las 01:31
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Lualpri
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