DIARIO DE UN SOLDADO.

luisa leston celorio


AVISO DE AUSENCIA DE luisa leston celorio

Os saludo amigos.
Intentaré entrar más a menudo aunque no sea tanto como deseo.
Por razones de problemas visuales no puedo estar en el ordenador, por esa razón no podré hacer muchos comentarios, pero abrí para intentar comunicarme poco a poco con todos ustedes porque os hecho mucho de menos.
Un abrazo.

  Lunes 7.-Jaime es un buen chaval, no se merece la bronca de ese cabrón. Si no llega a ser por el capitán hoy carga con la guardia. ¡Para chulo, el cabito Juan! pero de poco le sirvió su chulería Hace un rato pasé por el camarote de Jaime y a pesar de la medicación sigue con fiebre. Le hice la guardia con gusto, es un buen tipo. No se me hizo la velada muy larga, la verdad es que divagué a conciencia. Siempre me ocurre lo mismo cuando tengo que pasar la noche en vela. El silencio de la noche solo es roto por el ensordecedor ruido de las máquinas y el roce acariciador de las olas contra el casco del navío que apenas me sacan de mis ensueños. Hoy la noche es especialmente luminosa. La luna llena en alta mar es más resplandeciente si cabe. Me gustaría envolverme en el mágico mundo de los astros fundirme en su denso esplendor. Estoy tan lleno de sensaciones que ahora sólo se me apetece escribir y escribir sobre ellas. Esta será una noche más en blanco. Martes 8.-Jaime está mejor. No quise hacerle llegar los rumores que corren por cubierta. Siento una angustiosa sensación. Me embarga un mal presagio. Dicen que nos llevan hacia tierra, que necesitan gente en los cuarteles. Hoy el capitán desvió el rumbo, no nos dicen lo que sucede. El silencio es sepulcral y sus caras no menos. No pueden ocultar que algo grave ocurre. No puedo conciliar el sueño. Estoy inquieto. La claridad que refleja el cielo sobre el mar penetra a través del ojo de buey en el camarote. Los destellos del agua dibujan sobre el techo chisporroteos con diversas figuras geométricas obligando a mi imaginación a jugar con las inquietas transparencias que en lo alto danzan. ¿Qué nos reservará el mañana? Nadie dice nada, pero se les ve preocupados. Miércoles 9.- Hoy nos ordenaron formar en cubierta, nos dieron la noticia de que mañana llegaremos a Cartagena, tendremos el día libre para descansar y una vez llegados a los cuarteles nos Informarán de nuestro nuevo destino. No hay otra cosa de qué hablar. Todo son conjeturas. A ciencia cierta no sabemos nada. Tomás el radiotelegrafista comentó algo de un incendio. ¿Qué pintamos nosotros en él? Sentimos como si nos llevaran al picadero. Jordi el catalán asegura que algo gordo pasa. Una noche más en vela y de fabulación. ¿Cómo poder descansar? ¿Cómo pueden creer que de esta manera no estaremos preocupados? Jueves 10.-Me aterra lo que veo. No sé si alguna vez podré volver a abrazar a los míos. Sólo me gustaría que las gentes supiesen lo que aquí está ocurriendo. Así y todo les sería casi imposible el creerlo. Siento doble angustia por pensar que nunca tendré la ocasión de pedir perdón a mi familia por la funesta despedida que tuvimos y por la situación que estamos viviendo. Son mis padres pero me encabroné al ver que llegado el día de mi obligada partida me tuve que marchar con diez duros en el bolsillo gracias al gran sacrificio de mi tía que una vez mas estuvo allí cuando la necesité y le estoy doblemente agradecido porque a ella no le sobra el dinero, sé que para mí tía es un gran sacrificio. No pude entender que si desde niño he sido el sostén económico de la familia no me hayan reservaron ni un duro para este trance. Soporté burlas, malos tratos, abusos. Navegué bajo banderas extranjeras falseando mi edad para poder ganar más dinero. Ellos lo sabían y me lo dejaron hacer. Yo solo quería mandar mucho dinero para mi familia, cuanto más mejor. Vivían más o menos desahogadamente mientras yo poca buena gente conocí, pues he tropezado con gente nada recomendable. Así tuve que aprender a soñar despierto para ahuyentar de mí los temores que me produce la soledad de la noche en la cubierta, por eso las estrellas son mis grandes aliadas. Así y todo no debí insultarles. ¡Perdóname madre! Le diría si tuviese otra oportunidad. Viernes 11.-Yo no creía en el infierno. Si existe no puede ser peor que esto que estamos viviendo. Supongo que ya haya llegado a las familias la noticia. Escombreras arde por los cuatro costados. Explotan tanque tras tanque, mientras nosotros nos esforzamos inútilmente en apagar un fuego que no se sabe por donde atacar. El ruido, los gases y humos nos hacen caer asfixiados. No se oyen más que lamentos, sirenas de bomberos, ambulancias. Debemos estar la flota al completo aquí, pues cae uno agotado y al instante está el puesto cubierto. Tenemos más que miedo, terror. ¡No salimos vivos de aquí! Dicen que ya han muerto ocho personas, otros exageran, o no, no sé, pero cometan que una compañía entera ya está hospitalizada a causa de quemaduras y asfixias. Sábado 12.- Hoy nos dieron más pastillas. Según dicen son para que no nos perjudiquen los gases en los pulmones. También se corre la voz de que son droga para quitarnos el miedo. Sea como sea, la gente sigue cayendo como ratas y a pesar de ello entramos al trapo contra el fuego. Es como si una euforia tremenda nos invadiese. No cansamos, incluso perdimos el miedo en apariencia, pero luego nos damos cuenta de que nuestras cabezas están como vacías, nuestros estómagos llenos y el corazón a toda máquina. Domingo 13.- Ya nadie se cree el cuento de las pastillas. Cada vez nos dan más dosis. Nos obligan a tomarlas. Luego gritamos, desesperados, como poseídos. Luchamos contra el fuego sin cesar, si caemos nos insultan, no nos dejan retroceder, nos gritan y gritan, esto es enloquecedor. Seguro que- esto es nuestra tumba-. No sé cuando caeré yo, por eso apuro estas líneas en mi diario para que quede constancia de esta tragedia y se sepa lo que aquí está pasando y ante todo mis deseos de poder reconciliarme con aquellos que amo. Hoy fui testigo del dolor de un compañero al verlo llorando, clamando por su madre mientras se azotaba contra el suelo, dicen que a consecuencia de la porquería que nos obligan a tragar. Lunes 14 Ocho días que ya dura el incendio, al fin se comienza a ver el final, hoy nos ha dicho que solo se quedarán retenes, a ver si por fin nos dejan descansa un poco y nos dejan de envenenar. Pocas veces recé en mi vida, tan solo cuando aprendí de pequeño las oraciones, luego las olvidé. Solo me acuerdo de Dios para blasfemar, insultarle y culparle de todos mis males, pero ahora entre tanta enormidad me salen suplicas ! Señor sácame de aquí, aunque sea muerto! Mis blasfemias se vuelven plegarias.  

 

Asturias 10 de marzo de 2003. Luisa Lestón Celorio.

De lo que nunca se habló. 
Recordando a una persona que sufrió muchas penalidades y se fue de este mundo sin ningún reconocimiento.
 

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