Nunca debí olvidarme de encerrarlos. Un descuido imperdonable, del que soy consciente en el primer instante en que noto aterrada el peso de las viejas llaves en el bolsillo de encaje blanco.
Al girarme, noto un extraño olor metálico, y una sensación húmeda y pegajosa en las plantas de mis pies descalzos. Y pronto la sustancia ennegrecida va cubriendo la habitación vacía, en todas direcciones. Cuando consigo reaccionar, ya es demasiado tarde. Siempre es demasiado tarde. Cuanto más intento escaparme, más ensucio el vestido, teñido ya de aquella brea asquerosa, y pegado a mis piernas que cada vez se sienten más pesadas. Miro a mi alrededor, y la sala se ha convertido en una terrible y burbujeante pesadilla de alquitrán. Y por más que miro, tan solo veo en aquel mar negro el nítido reflejo de una niña completamente sola y asustada, con la cara manchada y la expresión descompuesta. Y cuando me sonrío, en una mueca desquiciada y macabra, no puedo evitar terminar de hundirme en aquel espejo de tinta.
Me asfixio ante el denso y satinado líquido entrando como fuego por mi boca y por mi nariz cada vez que lucho por obtener algo de aire. Toco el suelo, y desaparezco.
En uno de mis intentos por recobrar el aliento, me despierto. Angustiada, con el cabello pegado a la nuca y temblando. Aunque con cierto alivio de haber salido de ese infierno.
Entre mis pálidos dedos se encuentra una pluma. Y unas pesadas llaves de hierro, manchadas de una sustancia que conozco ya demasiado bien.
- Autor: Wavesdarkness (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de febrero de 2020 a las 11:41
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 43
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Diego Invierno, alicia perez hernandez
Comentarios1
Todo pasa, nada permanece.
No nos bañamos dos veces en el mismo rio.
Heraclito.
Gracias por su lectura y su comentario, un saludo!!
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