Yo no tengo rostro.
Lo perdí, seguramente,
y como todos, durante
un aguacero borroso.
Tras un beso en un día furioso,
donde no hubo resplandores
ni carceleros.
Yo no tengo nombre.
Lo debí de perder, una tarde
de un mes de diciembre, en
que la lluvia partió el corazón
en dos mitades.
¡Pero tengo alma, y ésta
es una semilla que tras el dolor
se abre!
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 11 de marzo de 2020 a las 02:34
- Categoría: Perdón
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Hugo Emilio Ocanto
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