Para cuando desees una respuesta rápida, diría que mi deseo es pasar la vida entera en compañía tuya.
No necesitamos de una sortija, tampoco optamos por compromisos mundanos, nuestras almas son una sola.
Soy tan afortunado de formar parte de una melodía desafinada de principio a final. Era una estupidez buscar la perfección.
Olvidé que eramos simplemente seres humanos, permitiendo que las apariencias engañan mi concepción sobre el amor.
Claramente necesitaba una inspiración, algo que alimentara mis sueños, ahora la sensibilidad tocó mis sentimientos.
Vino una mujer envuelta en una coraza, dispuesta arriesgar la última respiración, ha valido el viaje, pues ambos hemos sanado.
Mujer desconfiada, me has confiado tus más íntimos anhelos. Lloraste al saber que eran tan parecidos a los míos.
Te secaste las lágrimas y tomaste mis manos, escuchaste de mi boca que juntos seríamos más fuentes.
Las heridas del pasado, aquellas nunca habías olvidado, las depositaste en una roca, que después fue lanzada al océano.
Qué hay de los que dudan al tratarse de la existencia de las almas gemelas, mujer incrédula, ahora también confío.
Para los que vivíamos a prisa, una pausa y un andar cansino, pues la paciencia nos brinda una nueva alianza.
Trescientos sesenta y cinco pétalos de rosas rojas, una compañía que quizás no merezco, la mujer que vi en mis sueños.
- Autor: Fernando? ( Offline)
- Publicado: 13 de marzo de 2020 a las 23:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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