El oro de los tontos

El oro de los tontos brillaba entre sus manos,

brillaba!,

como un latido en sus ojos!,

dormía abrazando fuerte a su tesoro,

en el mercado de los náufragos esas piedras no tienen precio..,

quien puede encontrar la paz en un abrazo es millonario,

quien roza los labios con sus labios..,

lo contempla todo..,

con los ojos cerrados..,

en sus ojos eclipsados..,

se eleva..,

aunque sea un instante,

fue pájaro atravesando el cielo en el ocaso,

fue de dueño de todo..

y de la nada,

el instante..,

se queda inmortalizado,

en cosquillas se expresa el cuerpo como descargas,

erizando cada poro de la piel,

llenando con agua dulce la fuente lagrimal,

que fue de aquella efímera y eterna primavera?

su perfume a veces vuelve!!,

lo trae el viento..,

en forma de recuerdo,

en luces que se observa a lo lejos..,

lejos..,

entre la niebla y el perfume es difícil pensar que volverá,

que tan dulce era ese reflejo..,

que aún titila en una estrella..,

pronto será fugaz..,

y solo quedara el deseo,

el oro de los tontos le aceleraba el pulso,

y escribió en pocas palabras el verso,

en desprolijas rimas le dio una pizca de sal a la vida,

y un poco de miel..,

y sus ojos..,

brillaban!,

quien se atreve a cotizar su paraíso,

quien puede comprar ese instante?,

no alcanza la fortuna de los acaudalados,

quien puede quedarse con esa paz..,

con su luz..,

el oro de los tontos duerme debajo de su almohada,

como un sueño que sea para siempre..,

con su fiebre..,

y todo el afán..,

de volver a sentir ese instante..,

no cotiza en las pizarras bancarias,

ese segundo..,

esa estrella..,

aquellos latidos que se pisaban los tobillos,

dormido desea morir afiebrado,

como un tonto que aún sueña tener en sus manos..,

ese oro.

     Daniel Memmo