Una habitación tan grande como el mundo
un mundo tan oscuro como el fondo del océano
un océano tan basto como el tiempo
una eternidad tan ensordecedora como silenciosa.
En medio de ese ruido calmado
en soledad compartida
en este lóbrego refugio
atisbo una figura sentada,
mirando fijamente un portón de obsidiana
sujeto por dos pilares de arena negra
que se alzan hasta perderse en un cielo sombrío.
Robusta silueta
dándome la espalda,
vigilando esa puerta
cada segundo que pasa.
Mientras más me acerco
más noto el calor proveniente de su pecho,
pero al pasar a su lado pude verlos,
un escalofrío me recorrió de pies a cabeza,
tenía unos ojos que han perdido todo su valor,
una mirada tan fría que hizo estremecer la calidez sentida.
Sin dejar de observar la puerta, rompiendo ese atronador silencio,
el que parecía el guardián de aquel enorme acceso susurró:
Existe algo al otro lado de esa puerta,
algo capaz de dar calidez incluso en un mundo tan frío como este,
algo que no se puede describir con palabras
y sin embargo todos entienden una vez lo ven,
algo que no hay en este tenebroso baldío.
Algo que me permitió volver a hablar
pese a no haberlo olvidado nunca,
algo que sólo vi una vez,
pero fue suficientemente único para volverme adicto
y nunca alejarme de esta entrada,
salida, si así lo prefieres.
Esperando volver a ver.
- Autor: IncandescentInk ( Offline)
- Publicado: 15 de marzo de 2020 a las 07:51
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 26
- Usuarios favoritos de este poema: Alextheblack
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