El niño se había quedado dormido,
en lo más profundo del cuento,
entre el sueño y su almohada.
El Hada tuvo que salir del cuento,
acariciar su alma,
y robarle un beso de su rosada mejilla,
hasta que el niño pudo mover sus brazos.
El Hada no tuvo ninguna otra opción,
el niño se había quedado dormido,
sobre sus enormes alas blancas.
Comentarios1
Bello. Un saludo-.
Gracias Ben...gracias.
Saludo gentil.
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