Tengo tantos huesos que creo que me sobran. Y tantos ojos, que están en vísperas de agonía. Sin inquietud, el paisaje se mueve. Donde mueren los escarabajos, allí quisiera estar. Y en las formas de una cintura que acoge parajes de desolación. Los edificios me parecen inmóviles en su indecisión monstruosa. Los acogedores años veinte. La maquinaria celestial obligando a voluntades dinámicas. Y el barro, siempre tan presto a situarse entre maleficios externos. Tengo tantos ojos, que parece que me miran-.
©
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.