El niño limpio
la sábana blanca
y una risa mortuoria
que cruza la sala.
Destellos de gasógeno,
para aliviar las penas
y una caja de licores
abandonada en la puerta.
Taciturna, la tarde pasa,
mostrando sus colmillos
desde la ensenada.
El niño limpio, la sábana
blanca, y sobre los techos,
un hombre que fuma, humo
de acetileno.
©
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.