Me aferro al borde.
Aguanto en la torre.
No quiero caer.
Tiemblan los cimientos y las ventanas
se cierran para contener mi inversa subida.
Se inundan los corredores del castillo y
caigo, llegando al final.
Me convierto en nada,
en un amargo presente,
en un feliz recuerdo.
Mi cuerpo se desliza por el valle y
la roja manzana cambia mi rumbo,
pero no mi destino.
Mi fatum, el abismo.
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